Tras la muerte del papa Francisco, la Iglesia católica se prepara para uno de sus momentos más trascendentes. Este miércoles 7 de mayo, desde las 11.30 hora argentina, 133 cardenales menores de 80 años se encerrarán en la Capilla Sixtina para iniciar el cónclave que elegirá al nuevo pontífice.
El proceso, regido por siglos de tradición, estará marcado esta vez por una fuerte división interna. En las reuniones preparatorias se evidenciaron dos posturas bien definidas: por un lado, quienes buscan continuar el legado reformista de Jorge Bergoglio; por otro, sectores que impulsan un retorno a posiciones más conservadoras. En ese contexto, también gana fuerza la posibilidad de una figura de síntesis que intente contener a ambos bandos.
La expectativa es que la elección sea breve. Diversas fuentes del Vaticano indican que podría resolverse en apenas dos jornadas, una señal que buscaría mostrar unidad y estabilidad frente al mundo. En juego no solo está el liderazgo espiritual de más de 1.300 millones de fieles, sino también la orientación política, diplomática y comunicacional de la Santa Sede en los próximos años.
En la lista de candidatos mencionados aparecen nombres como los italianos Matteo Zuppi y Pietro Parolin, el filipino Luis Antonio Tagle, el guineano Robert Sarah, el neerlandés Willem Eijk y los estadounidenses Robert Prevost y Timothy Dolan, entre muchos otros. Sin embargo, como suele decirse en Roma, “quien entra al cónclave como papa, sale como cardenal”.
Más allá del perfil que predomine, el próximo pontífice deberá asumir el desafío de guiar a la Iglesia en una era compleja, con fuertes tensiones internas, pérdida de fieles en varias regiones y nuevos escenarios globales marcados por la digitalización, los conflictos geopolíticos y el avance de la Inteligencia Artificial.



