13 diciembre, 2025
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LA INFLACIÓN VOLVIÓ A ACELERARSE EN NOVIEMBRE Y COMPLICA EL PLAN DE MILEI DE LLEVARLA POR DEBAJO DEL 1%

El IPC trepó al 2,5%, el nivel más alto desde abril, pese a la recesión y al dólar atrasado. Alimentos, tarifas y transporte impulsaron la suba y la inflación núcleo también se aceleró.

La inflación de noviembre volvió a encender alarmas en el Gobierno: el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió 2,5%, el registro más alto desde abril, y marcó un nuevo revés para la meta del presidente Javier Milei, que prometió llevar la inflación por debajo del 1% mensual. Lejos de eso, el ritmo de aumentos mostró desde mediados de año una tendencia clara al alza: 1,5% en mayo; 1,6% en junio; 1,9% en julio y agosto; 2,1% en septiembre; y ahora 2,5% en noviembre, incluso con el dólar planchado y la economía en profunda recesión.

El rubro con mayor incremento fue vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con un 3,4%. Le siguieron transporte (3%) y alimentos y bebidas no alcohólicas (2,8%). Este último dato resulta especialmente preocupante: la suba en los productos de primera necesidad impacta de lleno en los sectores de menores ingresos, que además enfrentan aumentos simultáneos en tarifas y combustibles, en un contexto de ventas desplomadas.

La Canasta Básica Alimentaria, que define la línea de indigencia, volvió a dispararse: aumentó 4,1%, su mayor salto desde marzo. Esto confirma que los precios esenciales se están moviendo casi al doble del promedio general, profundizando la pérdida de poder adquisitivo.

Otro dato sensible fue la inflación núcleo —que excluye precios regulados y estacionales y refleja el “corazón” del proceso inflacionario—: subió 2,6%, tras tres meses promediando 2,1%. Es decir, aun sin shocks de tarifas, la inercia inflacionaria no cede.

Consultoras privadas y los índices de CABA y Córdoba ya habían anticipado la aceleración inflacionaria. En ambas jurisdicciones, los precios aumentaron 2,4% a pesar de una caída de ventas superior al 20% en comercios de cercanía. Para los analistas, esta combinación de recesión profunda con inflación alta expone una estructura económica que no logra romper la indexación ni reordenar precios relativos.

La economista Florencia Iragui (LCG) advirtió que los aumentos de regulados “empujan aún más la dinámica ascendente de precios”, en especial por las segundas vueltas que provocan los incrementos tarifarios.

Desde el CEPA, Hernán Letcher remarcó la contradicción entre el discurso oficial y los hechos: “A contramano de las declaraciones que sostienen razones monetarias como causa inflacionaria, el Gobierno mantiene anclas vinculadas a los costos y la demanda: tipo de cambio y caída del salario”.

Los economistas comparan el escenario con el Chile de los Chicago Boys a fines de los ’70, que aplicó una receta similar: fuerte contracción monetaria, apertura económica y disciplina fiscal. Sin embargo, la inflación no bajó del 30-40% anual durante años por la persistencia de mecanismos de indexación y por un tipo de cambio fijo que generaba una falsa sensación de estabilidad. El desenlace fue una crisis profunda en 1982.

La Argentina de Milei y Caputo enfrenta un dilema comparable. Pese a un ajuste fiscal sin precedentes y una histórica contracción monetaria, la inflación bajó desde el pico de tres dígitos, pero no logra perforar un piso duro. La inercia, los precios relativos desalineados y la caída del salario real siguen impidiendo una desinflación sostenida.