La crisis económica que castiga al país desde hace unos años, se refleja, con el paso del tiempo, en estadísticas y hace que los establecimientos en los que se desarrolla la educación pública, funcionen como casas y escuelas para más de un niño.
Los datos reflejan un crecimiento en el consumo tanto del desayuno como del almuerzo en una comparación realizada con respecto al año 2014 y surgen de el informe “Programas de alimentación en escuelas de gestión estatal”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Cecilia Adrogué (Universidad Austral y UdeSA-Conicet), Eugenia Orlicki y Leyre Sáenz Guillén (Observatorio de Argentinos por la Educación).
En 2014, 1 de cada 5 alumnos (20%) recibía el almuerzo en las escuelas estatales; en 2022 la cifra aumentó a casi 1 de cada 4 (24%). También creció 5 puntos porcentuales la cantidad de alumnos que reciben el desayuno: pasó de 32% a 37% en esos años.
La asistencia a comedores escolares es mayor entre los estudiantes más vulnerables. En el primer quintil (el de los chicos de menor nivel socioeconómico), casi la mitad (45,1%) de los alumnos de 5 a 11 años asiste a un comedor escolar. El porcentaje baja a 40,6% para los estudiantes del segundo quintil y a 16% para los del quintil más rico. Estas desigualdades también se registran entre los alumnos de 12 a 17 años. En esa franja etaria, el 26,5% de los estudiantes más vulnerables (quintil 1) asisten a un comedor escolar, mientras que en los quintiles del medio el porcentaje oscila entre 10 y 13%. En el quintil más rico, la cifra es 7,7%.
Cuando se analiza la asistencia por tipo de jornada a la que asiste el estudiante, se observa que el 86% de los que asisten a jornada completa reciben almuerzo, mientras que entre los que asisten a jornada simple lo recibe el 22%.
«La sana alimentación contribuye también a los aprendizajes”, señala Cecilia, coautora del informe y concluye: “No existe un solo esquema de alimentación escolar, sino que son muchos y variados. Por otro lado, el presupuesto suele ser escaso».