El Fondo Monetario Internacional (FMI) culminó su misión en Argentina con un mensaje optimista, destacando un diálogo “constructivo y positivo” con el Gobierno de Javier Milei. A pesar de la aparente armonía, la realidad económica de la Argentina plantea serias dudas sobre las consecuencias de nuevas deudas para un país que ya arrastra un pasivo insostenible.

En el comunicado emitido por el organismo, que tiene una influencia mayoritaria de Estados Unidos, se señaló que la misión técnica que visitó Buenos Aires estuvo centrada en analizar las principales variables económicas y avanzar hacia la posibilidad de un nuevo programa con el Gobierno argentino. “El diálogo fue altamente constructivo y positivo”, aseguraron, aunque la naturaleza de las negociaciones y los términos del acuerdo aún no están claros. Se anticipa que el directorio del FMI, en una reunión informal, analizará los resultados de las conversaciones en las próximas semanas.

Este anuncio llega en medio de un contexto económico delicado para la Argentina, cuyo gobierno, en busca de soluciones a corto plazo, parece inclinarse nuevamente hacia la toma de deuda externa. De hecho, el propio presidente Javier Milei planteó en su reciente discurso en Suiza que su administración tiene «diferentes alternativas» para contener los activos y concretar la salida del cepo, destacando las reuniones positivas mantenidas con el FMI en Washington.

Sin embargo, esta decisión de recurrir a nuevos créditos plantea interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de la economía argentina. Mientras Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, estimaba que los desembolsos podrían oscilar entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, el propio Milei subrayó que la negociación no solo se centra en el monto, sino también en la secuencia de desembolsos y la posibilidad de un acuerdo paralelo con inversores privados.

A pesar de que el ministro de Economía, Luis Caputo, aseguró que se espera un acuerdo con el FMI para el primer cuatrimestre de 2025, la pregunta es: ¿hasta qué punto puede seguir Argentina confiando en el endeudamiento externo para cubrir sus necesidades, sin que esto termine profundizando la crisis?